La Biblioteca Nacional de España abre sus salas a una de las exposiciones más sugerentes de esta temporada: El infierno y las maravillas. Una muestra que invita al visitante a recorrer los límites de la imaginación y del conocimiento a través de obras que, durante siglos, fueron perseguidas, censuradas o convertidas en objeto de veneración.
El recorrido se estructura en dos espacios conceptuales y simbólicos. Por un lado, El infierno, inspirado en las célebres colecciones secretas de la BNE donde se conservaban libros considerados escandalosos o prohibidos: tratados de magia, erotismo, alquimia o herejía. Son volúmenes que, lejos de desaparecer, sobrevivieron al paso del tiempo como testimonio del pensamiento disidente y del poder de la palabra.
En contraste, Las maravillas despliega el asombro del ser humano frente a la belleza, la ciencia y el arte. Manuscritos iluminados, atlas del siglo XVI, bestiarios, enciclopedias y obras que recopilan el saber de épocas pasadas muestran la otra cara del conocimiento: la curiosidad inagotable, el deseo de comprender el mundo y la capacidad de crear belleza a través de los libros.
Una de las virtudes más notables de la exposición es su puesta en escena. La luz tenue, los vitrales que evocan antiguos gabinetes de curiosidades y la selección musical contribuyen a crear una atmósfera donde lo misterioso y lo fascinante conviven. Cada pieza expuesta parece contar una historia propia, desde los códices medievales hasta las primeras ediciones ilustradas de autores visionarios.
En conjunto, El infierno y las maravillas nos recuerda que las bibliotecas no son solo lugares de estudio, sino también escenarios de todas las pasiones humanas: el deseo de saber, la transgresión, la búsqueda de lo divino y la fascinación por lo oculto. Un viaje que nos lleva de lo prohibido a lo sublime, como solo los libros saben hacerlo.








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