lunes, 11 de diciembre de 2023

El canto del acebo

 En el bosque, el acebo erguido y verde,

sus hojas perennes, con espinas afiladas,

en el invierno, un refugio se convierte,

y en su belleza, las almas se embriagan.


Sus ramas, como brazos abiertos al cielo,

sostienen bayas rojas como rubíes brillantes,

en la estación fría, un abrazo sincero,

un símbolo de esperanza en días inconstantes.

Sus hojas resplandecen, en sombra y en sol,

un verde eterno que nunca se marchita,

sus bayas, un regalo, un presente de amor,

en la estación invernal, una luz infinita.


El acebo, testigo de tiempos antiguos,

guardián de secretos en el silencio del bosque,

en su esencia, misterio y susurros amigos,

un emblema de vida en el frío que embosca.


Así, en su esplendor, el acebo se alza,

en el jardín de la naturaleza, una joya,

un recordatorio de que la vida avanza,

incluso en la estación más fría y floja.

En sus ramas, la belleza y la resistencia,

en sus bayas, la promesa de días mejores,

el acebo, en la estación de la existencia,

un poema de la vida, entre luces y colores.

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