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miércoles, 26 de octubre de 2011

El Gatito que quería ser maquinista

Había una vez una gatito romano muy pequeño, que no tenía familia , ni nada que se le parezca  y hallándose sólo y sin hogar, decidió refugiarse dentro de un viejo vagón del tren..Era oscuro, pero se estaba calentito..Aquellas paredes de hierro resultaban perfectas para combatir el frio  zamorano..¡Qué suerte he tenido..!-pensaría el minino..Y fue así como una locomotora abandonada se convirtió , de la noche a la mañana, en la nueva casita de nuestro amigo...




Todos sabemos que a los gatos les gusta la tranquilidad y esconderse en lugares oscuros, ocultos y silenciosos para poder estar a sus anchas, pero aquella máquina sin vida le atraía de una manera especial..Se pasaba todo el día recorriéndola de principio a fin, metiéndose en todos y cada uno de sus recovecos..


Lo quería explorar todo, saber para qué servía cada una de sus piezas, darle  a  todas las palancas...


En poco tiempo, aprendió a manejar la máquina y se paseaba alegremente por ella, imaginándose que la conducía a toda velocidad, recorriendo pueblos y ciudades..Sí porque , en el fondo,el quería ser maquinista, el primer gatito maquinista de la Renfe y aunque parezca un poco exagerado, él ya se había hecho a la idea...
Piiii dejad paso al tren-repetía en sus sueños , una y otra vez..


Muchos fueron los niños y curiosos que se acercaron a esta vieja locomotora para llevarse el gatito, incluso le echaban comida para ponerle una trampa, pero él no se dejaba..Se escondía aún más en el corazón de aquella chatarra medio oxidada y enseñaba sus uñas, todo furioso..No me cogereis-parecía decir entre dientes...

Pasaron los días y nadie volvió a saber nada de aquel gatito ,empeñado en ser maquinista..Quizás se marchó a otro lugar donde lo dejaran tranquilo o simplemente se escondió aún más dentro de aquel tren y no volvió a salir de allí...Y colorín y colorado este cuento se ha acabado..

jueves, 31 de julio de 2008

Dunas de arena

Os dejo unas fotos de las dunas de arena móviles que vi en la Playa de Bolonia(Cádiz) y un poema de Oliverio Girondo que trata precisamente de la "arena".Todos esos puntitos negros que veis sobre la duna son la gente que está subiendo por allí..

 Arena
y más arena
y nada más que arena
De arena al horizonte.
El destino de arena.
De arena los caminos.
El cansancio de arena
De arena las palabras.
El silencio de arena
Arena de los ojos con pupilas de arena.
Arena de las bocas con los labios de arena.
Arena de la sangre de las venas de arena.
Arena de la muerte
De la muerte de arena
¡Nada más que arena!

miércoles, 23 de julio de 2008

Los seis cisnes

Siempre me han llamado la atención los cisnes por su largo cuello y porque dicen que son uno de los animales más fieles que hay...Hoy os traigo un cuento de los Hermanos Grimm, cuyo protagonista son seis hermanos convertidos en cisnes, por culpa de un bruja malvada..Que lo disfruteis..
Hace mucho tiempo, un rey cazaba en un gran bosque, y persiguió a una bestia salvaje con tanta impaciencia que ninguno de sus asistentes podía seguirlo. Cuando la tarde finalizaba, él se paró y miró alrededor, y se dio cuenta de que había perdido su camino. Buscó una salida, pero no podía encontrar ninguna. Entonces se topó con una mujer anciana con una cabeza que se movía  permanentemente, la que vino hacia él, pero no sabía que era una bruja.
-"Buena mujer,"- le dijo él, -"¿podría usted mostrarme el camino por el bosque?"
-"Ah, sí, señor rey,"- contestó ella, -"seguramente que puedo, pero con una condición, y si usted no la cumple, usted nunca saldrá del bosque, y morirá de hambre dentro de él."
-"¿Qué tipo de condición es esa?"- preguntó el rey.

-"Tengo a una hija,"- dijo la anciana, -"quien es tan hermosa como nada en el mundo, y bien merece ser su consorte, y si usted la hace  su reina, le mostraré la salida del bosque."-
 

En la angustia de su corazón el rey consintió, y la anciana lo condujo a su pequeña choza, donde su hija se sentaba al lado del fuego. Ella recibió al rey como si ella hubiera estado esperándolo, y él vio que ella era muy hermosa, pero de todos modos ella no fue de su complacencia, y él no podía mirarla sin sentir un horror secreto. Después de que él había montado a la doncella en su caballo, la anciana le mostró el camino, y el rey alcanzó su palacio real otra vez, donde la boda fue celebrada.
El rey era viudo, había estado casado ya una vez, y tenía con su primera esposa, siete hijos, seis muchachos y una muchacha, que él amaba más que cualquier cosa en el mundo. Cuando él ahora temió que la nueva madrastra no pudiera tratarlos bien, y hasta hacerles algún daño, los llevó a un castillo solitario que estaba asentado  en medio de un bosque. Estaba tan oculto, y el camino era tan difícil de encontrar que él él mismo no lo habría encontrado, si una mujer sabia no le hubiera dado un ovillo de hilo con maravillosas propiedades. Cuando lo lanzaba hacia abajo delante de él, el ovillo se desenrollaba y le mostraba el camino.
El rey, sin embargo, se alejaba con tanta frecuencia a ver a sus queridos hijos que la reina observó su ausencia. Ella era curiosa y quizo saber que era lo que él hacía cuando andaba completamente solo en el bosque. Ella les ofreció mucho dinero a sus criados, y ellos, faltando a su fidelidad al rey, le dijeron el secreto, y le comentaron además igualmente sobre el ovillo que podía indicar el camino. Y ahora no descansó hasta que averiguó donde el rey guardaba el ovillo de hilo. Luego hizo pequeñas camisas de seda blanca, y como ella había aprendido el arte de brujería de su madre, cosió un encanto dentro de ellas. Y un día, cuando el Rey había salido de caza en su caballo, ella tomó las pequeñas camisas y entró en el bosque, y el ovillo le mostró el camino.
Los jóvenes, que vieron a la distancia que alguien se acercaba, pensaron que su querido padre venía, y llenos de alegría, corrieron  para encontrarlo. Entonces ella lanzó las pequeñas camisas sobre cada uno de ellos, y apenas las camisas tocaron sus cuerpos, fueron convertidos en cisnes, y se fueron volando sobre el bosque. La reina se fue a casa completamente satisfecha, y pensó que ella se había librado de sus hijastros, pero la muchacha no había salido corriendo con sus hermanos, y la reina no sabía nada sobre ella. Al día siguiente el rey fue a visitar a sus hijos, pero él no encontró a nadie, excepto a la joven.
"¿Dónde están tus hermanos?",- preguntó el rey
"¡Ay, querido padre,"- contestó ella, -"ellos se han marchado y me han dejado sola!"
Y ella le dijo que había visto desde su pequeña ventana como sus hermanos se habían ido volando sobre el bosque en forma de cisnes, y le mostró las plumas que ellos habían dejado caer en el patio, y que ella había recogido. El rey se afligió, y no se imaginó que la reina había hecho toda esta maldad, y cuando él temió que la muchacha también fuera robada y alejada de él, quiso llevársela consigo. Pero ella tuvo miedo de su madrastra, y suplicó al rey que la dejara permanecer solamente esta noche más en el castillo forestal.
La pobre muchacha pensó,
-"Ya no puedo quedarme aquí. Iré y buscaré a mis hermanos."-
Y cuando llegó la noche, salió y fue directamente hacia el bosque. Ella anduvo la noche entera, y el día siguiente también sin parar, hasta que ya no pudo ir más lejos por el cansancio.
Entonces vio una choza en el bosque, y entrando en ella  encontró un cuarto con seis pequeñas camas, pero ella no se aventuró a meterse en una de ellas, sino que se arrastró debajo de  una, y se acostó en la dura tierra, teniendo la intención de pasar la noche allí. Justo antes de la puesta del sol, ella oyó un crujido, y vio seis cisnes que venían llegando volando hacia la choza.
Ellos se posaron en la tierra y se soplaron el uno al otro, y se quitaron todas las plumas y las pieles de su forma de cisne como quien se quita una camisa. Entonces la joven los miró y reconoció a todos sus hermanos, se alegró y se arrastró hacia adelante desde debajo de la cama hacia donde estaban ellos. Los hermanos no estuvieron menos encantados de ver a su hermana, pero su alegría sería de corta duración.
-"Aquí no puedes permanecer,"- le dijeron ellos. -"Este es un refugio de ladrones, si ellos vienen y te encuentran, te matarán.
-"¿Pero no pueden ustedes protegerme?"- preguntó la hermana.
-"No,"- contestaron, -"sólo durante un cuarto de hora cada tarde podemos dejar a un lado las pieles de cisne y tener durante ese tiempo nuestra forma humana; después de eso, somos una vez más convertidos en cisnes."-
La hermana lloró y dijo,
-"¿Y no podrían ser puestos en libertad?"-
-"¡Ay, no,"- contestaron ellos, -"las condiciones son demasiado difíciles! Durante seis años tú no debes ni hablar ni reír, y durante ese tiempo debes coser seis pequeñas camisas de paja del bosque  para nosotros. Y si una simple palabra sale de tus labios, todo el trabajo se habrá perdido."-
Y cuando los hermanos habían dicho esto, el cuarto de hora terminó, y ellos volaron por la ventana otra vez como cisnes. La doncella, sin embargo, firmemente resolvió salvar a sus hermanos, aun si esto le costara su vida. Ella dejó la choza, entró en el medio del bosque, se acomodó en un árbol, y allí pasó la noche.
A la mañana siguiente ella salió y juntó paja del bosque y comenzó a coser. Ella no podía hablarle a nadie, y no tenía ninguna inclinación de reírse; se sentó y miró solamente a su trabajo. Cuando ya había pasado mucho tiempo allí, acertó a pasar el rey de ese territorio que andaba de caza en el bosque, y sus cazadores vinieron al árbol en el cual se encontraba la doncella. Ellos la llamaron y dijeron,
-"¿Quién eres tú?"- Pero ella no dio ninguna respuesta.
-"Baja y ven con nosotros,"- dijeron ellos. -"no te haremos daño."-
Pero sólo sacudió su cabeza. Cuando ellos la presionaron con más preguntas, les lanzó su collar de oro, y pensó que así los contentaría.
Ellos, sin embargo, no cesaron, y luego ella les lanzó su faja, y como esto tampoco no era ningún objetivo, siguió con sus ligas, y poco a poco todo lo que ella tenía, hasta quedar únicamente con su vestido. Los cazadores, no se dejaron ser desmotivados por eso, y subieron el árbol y trajeron a la doncella abajo y la condujeron ante el rey. El rey preguntó,
-"¿Quién eres tú? ¿Qué estás haciendo subida en el árbol?"-
Pero ella no contestó. Él hizo la pregunta en cada lengua que él sabía, pero ella permaneció tan muda como un pescado.
Como era tan hermosa, el corazón del rey fue tocado, y un gran amor nació por ella. Él puso su capa sobre ella, la montó en su caballo, y la llevó a su castillo. Entonces él hizo que fuera vestida en ricas ropas, y brilló en su belleza como la luz del día, pero ninguna palabra podría ser sacada de ella. Él la colocó a su lado en la mesa, y su porte modesto y su cortesía lo complacieron tanto que él dijo, -"Es con ella con quien deseo casarme, y no con ninguna otra mujer en el mundo."-
Y después de algunos días él la tomó en matrimonio.
Este rey, tenía a una malvada madrastra que estuvo descontenta con el  matrimonio y habló mal de la joven reina.
-"¿Quién sabe,"- dijo ella, -"de dónde viene esa criatura que no puede hablar? ¡Ella no es digna de un rey!"-
Después de que había pasado un año, cuando la reina trajo a su primer niño al mundo, la anciana madrastra del rey, mientras la joven dormía, tomó al niño, y le untó su boca con sangre. Entonces ella fue al rey y acusó a la Reina de ser una caníbal. El rey no lo creería, y no permitiría que fuera maltratada.
La reina, continuamente seguía con la costura de las camisas, y no se preocupaba por nada más. La siguiente vez, cuando ella trajo al mundo otro niño hermoso, la vieja madrastra del rey usó la misma artimaña, pero el rey no dio crédito a sus palabras. Él dijo,
-"Mi esposa es demasiado piadosa y buena para hacer algo de esa  clase;  y si ella no fuera muda, podría defenderse, y su inocencia saldría a luz."-
Pero cuando la anciana hizo lo mismo con el tercer niño, y acusó a la reina, quien no pronunció una palabra en su propia defensa, el rey no pudo hacer más que la entregasen a la justicia, y ella fue condenada a sufrir la muerte en la hoguera.
Cuando llegó el día de ser ejecutada la sentencia, era el mismo día en que se cumplían los seis años durante los cuales ella no debía hablar o reír, y así ella había logrado librar a sus queridos hermanos del poder del encanto. Las seis camisas estaban listas, sólo la manga izquierda del sexto faltaba. Cuando ella era conducida al poste de la hoguera, puso las camisas en su brazo, y cuando estaba de pie en lo alto y el fuego ya iba a ser encendido, ella miró a su alrededor y vio a los seis cisnes volando por el aire hacia ella. Entonces supo  que su liberación estaba cerca, y su corazón saltó con alegría.
Los cisnes volaron hacia ella y se colocaron abajo, de modo que ella pudiera lanzar las camisas sobre ellos, y cuando fueron tocados por las camisas, las pieles de cisne cayeron, y sus hermanos quedaron de pie en su propia forma corporal frente a ella, y eran vigorosos y hermosos. El más joven sólo careció de su brazo izquierdo, y tenía en su lugar el ala de un cisne en su hombro. Ellos se abrazaron y besaron el uno al otro, y la reina fue donde el rey, quien estaba  enormemente emocionado, y comenzando a hablar ella le  dijo,
-"Mi muy amado esposo, ahora ya puedo decirte y declarar a ti que soy inocente, y falsamente acusada."-
Y ella le contó de la artimaña de la anciana quien se había llevado a sus tres niños y los había escondido. Entonces para gran alegría del rey los trajeron allí, y como castigo, la mala madrastra pasó a ser juzgada y condenada según las leyes del reino.
Y el rey y la reina con sus seis hermanos y sus hijos, vivieron muchos años en felicidad y paz.

martes, 22 de abril de 2008

Palabras, perdices o melones

Con un trabalenguas hemos topado..

¿Qué hablas? Palabras. 
¿Qué dices? Perdices. 
¿Qué comes? Melones. 
Si hablas, si comes, si dices, 
tus palabras se harán melones 
y tus melones perdices.