viernes, 5 de septiembre de 2025

Stonehenge: el enigma de piedra que desafía al tiempo

En el corazón de la llanura de Salisbury, en el sur de Inglaterra, se alza uno de los monumentos más emblemáticos y enigmáticos de la humanidad: Stonehenge. Este círculo megalítico, compuesto por enormes bloques de piedra que datan de miles de años, continúa siendo objeto de fascinación, estudio y misterio. Su mera existencia plantea preguntas que entrelazan arqueología, astronomía y espiritualidad.


Los arqueólogos han datado la construcción de Stonehenge en varias fases, que abarcan desde alrededor del 3100 a.C. hasta el 1600 a.C. Las piedras utilizadas son de dos tipos principales: los grandes sarsens, procedentes de la región de Marlborough Downs, a unos 30 km de distancia, y las llamadas bluestones, cuyo origen se encuentra en las montañas Preseli, en Gales, a más de 200 km del lugar.


El traslado de estos bloques pesados, en ausencia de tecnología avanzada para su transporte, sigue despertando el asombro de historiadores y científicos. Se han planteado teorías que incluyen el uso de rodillos de madera, trineos y hasta la navegación por ríos y canales

La función exacta de Stonehenge sigue sin estar del todo clara, dando lugar a un amplio abanico de interpretaciones. Muchos estudios destacan la orientación de la estructura hacia el solsticio de verano y de invierno, lo que ha llevado a pensar que se trataba de un observatorio astronómico prehistórico.

Otros investigadores sostienen que pudo haber sido un centro ceremonial, relacionado con rituales funerarios y prácticas espirituales. Se han encontrado evidencias de enterramientos en las cercanías, lo que refuerza esta teoría sobre su carácter sagrado.

Más allá de las hipótesis históricas y científicas, Stonehenge se ha convertido en un símbolo universal. Desde druidas modernos que celebran allí el solsticio hasta turistas curiosos de todos los rincones del planeta, el círculo de piedras conecta al ser humano con algo más profundo: la necesidad ancestral de entender su lugar en el cosmos y de dejar huellas perdurables en el paisaje

Stonehenge no es únicamente un monumento arqueológico; es un recordatorio de la creatividad, la fe y la capacidad técnica de las comunidades prehistóricas. Su misterio reside tanto en lo que sabemos de él como en lo que aún ignoramos. Quizá esa mezcla de certezas e incógnitas sea la clave de su eterno magnetismo

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