La Romería de la Virgen de la Blanca en Villablanca, celebrada este año del 16 al 18 de mayo, ha vuelto a ser el gran acontecimiento religioso y social del municipio, reuniendo a vecinos, devotos y visitantes en torno a su patrona. Entre los actos más destacados se encuentran la tradicional ofrenda de flores y la ancestral Danza de los Palos, dos pilares de la identidad local.
La ofrenda floral es uno de los momentos más emotivos de la romería. Vecinos, hermandades y devotos acuden a la ermita para entregar flores a la Virgen de la Blanca, en un ambiente de devoción, colorido y alegría. Este gesto colectivo simboliza el agradecimiento y las peticiones de la comunidad, acompañado de música, cantos y muestras de cariño hacia la patrona. La ofrenda suele celebrarse el sábado y congrega a numerosos fieles, reafirmando la profunda devoción de Villablanca por su Virgen.
Junto a la ofrenda, la Danza de los Palos es la manifestación cultural más representativa de la romería. Se trata de una danza ritual pastoril, documentada desde el siglo XVI y ejecutada tradicionalmente solo por hombres, que bailan con palos y arcos adornados con cintas de colores. La danza se interpreta ante la imagen de la Virgen de la Blanca y forma parte fundamental tanto de la romería como del reconocido Festival Internacional de Danzas de Villablanca.
El grupo de danzantes, liderados por un “manigero”, realiza nueve mudanzas o cambios, cada uno con su significado y simbolismo. Destacan el primer cambio, que representa el encuentro entre pastores, y otro en el que los palos se entrecruzan para formar un arco bajo el que antiguamente pasaban los Marqueses de Ayamonte. Esta danza, inscrita en el catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz, ha resistido prohibiciones históricas y se mantiene viva gracias al compromiso de las familias locales y la comunidad.
La romería y la Danza de los Palos, junto a la ofrenda floral, constituyen el corazón de las fiestas de Villablanca, expresando la unión entre tradición, fe y cultura popular. La celebración atrae a emigrantes que regresan al pueblo y a marineros de Isla Cristina, que desde el mar pueden ver la ermita de la Virgen. Así, Villablanca reafirma cada año su identidad y su legado, manteniendo vivas unas tradiciones que son orgullo de toda la provincia de Huelva