Me asomé a mi ventana y allí estaba justo en el balcón de enfrente de mi casa; un conejo blanco y marrón dando brincos de un lado a otro.¡Qué gracioso y que gordito está!Será la nueva mascota de mis vecinos-pensé..y entonces me acordé de Rigoberto.
Rigoberto era un conejo blanco que le regalaron a mi padre cuando era pequeña..El no estaba encerrado en una jaula, sino que era libre y vagaba por toda la casa a su aire, si bien, su lugar preferido era el baño..Siempre que lo ibamos a buscar, lo encontrábamos allí..No sé, pero siempre tenía predilección por este sitio..
Comía de todo desde las clásicas zanahorias, hasta lechuga ,cebolla, las hojitas de la remolacha, acelgas..aunque a él lo que más le gustaba eran las plantas de mi madre.Se las comió todas.En poco tiempo se acabaron las macetas de mi casa y después empezó a roer las cortinas, el sofá...
Un día ya no lo volví a ver..Luego me enteré que se lo habían dado a un amigo de mi padre.Pobrecito.Me hubiera gustado tenerlo por más tiempo, pero yo era muy pequeña y no podía decidir..
Si hoy tuviera un conejo, no se me ocurría darselo a otra persona.Lo dejaría conmigo.Los animales nos dejan a todos una profunda huella que difícilmente desaparece. ¿Dónde estará ahora Rigoberto?
Con estos calores al conejo le va a dar un sofocón
ResponderEliminarPues si el balcón no es el mejor lugar para tener una mascota y menos en Sevilla
ResponderEliminarHistoria muy interesante..
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